julio 01, 2010

Vicky Peláez: una constante crítica del sistema

El Diario/La Prensa
30 de junio de 2010
El Diario NY
Por Annie Correal y Cristina Lobogerrero

 Vicky Peláez, de 55 años, nació en el departamento de Cusco, Perú, en el 1956, una de varias hermanas en una familia de clase baja-media. Se casó con Waldo Mariscal en Cusco y tuvo un hijo a los 17 años, que tiene el mismo nombre que su padre.

Ella estudió periodismo en la Universidad de San Marcos en Lima, Perú y trabajó en el ahora cerrado diario La Prensa de Lima. Durante ese tiempo conoció a su segundo marido, Juan Lázaro, que también era periodista. Según amigos de la pareja, Peláez y Lázaro se conocieron durante una asignación. Se casaron hace 18 años y de esa unión nació su hijo Juan José Lázaro, que actualmente tiene 17 años.
Peláez ingresó a la televisión en los años 80. A comienzos de esa década, se popularizó a nivel nacional, gracias a su aguerrido estilo como reportera del noticiero 90 segundos, en el canal 2 de televisión. El 8 de diciembre de 1984, fue secuestrada por Movimiento Revolucionario Túpac Amaru junto con su camarógrafo.

Durante su plagio, Peláez entrevistó al líder del grupo izquierdista, Víctor Polay. Según se reportó en ese entonces, los terroristas pedían transmitir un mensaje subversivo durante el noticiero a cambio de no matar a Peláez y su compañero de trabajo. La entrevista no fue transmitida, sin embargo apareció impresa en el diario de izquierda Marka el año entrante. El secuestro solo duró unas cuantas horas.

En 1987 Peláez se trasladó a la ciudad de Nueva York, en compañía de Lázaro y de su hijo mayor. Se mudó durante el régimen Aprista, durante el cual “Alan García no cejaba de llamar al canal para quejarse con sus directivos de la agresividad de sus reportajes”, según un reporte publicado en Internet.
En el 1988, Peláez ingresó a trabajar como reportera en EL DIARIO/LA PRENSA, en donde se desempeñó como editora de asignaciones, editora de la sección de países y suplementos. Desde el año 2000, mantenía una columna semanal, donde abiertamente criticaba la política tanto internacional como de los Estados Unidos. Una recopilación de sus columnas se publicó bajo el título, Desde las Entrañas.

Peláez y Lázaro vivieron en varios apartamentos y una casa más pequeña antes de mudarse a la casa donde vivían hasta ser detenidos en la Avenida Clifton en un barrio adinerado en Yonkers.

Allí, Peláez cuidaba dos perros Schnauzers, se reunía frecuentemente con amigas, y se dedicaba a la pintura y la lectura cuando no estaba en las oficinas del rotativo. También asistía a las recitales de su hijo menor, quien se destaca como pianista.
El hijo mayor de Peláez, Waldo Mariscal, recordó ayer la última vez que su madre estuvo en la mira pública, cuando él tenía 12 años y ella fue secuestrada por Tupac Amarú. “Yo era niño. Fue unas quincenas muy terribles, pero fue rápido – pasó de un día a otro, pero este problema que tenemos tiene 48 horas”.

En una entrevista desde el Perú, la madre de Peláez, Angélica Ocampo, denunció los cargos como “falsedades, mentiras”.

John Rodríguez, abogado de Vicky Peláez, informó que el día jueves en horas de la tarde se realizará una audiencia para fijar una fianza para que pueda ser liberada. “Ella es inocente. No uso ningún nombre ficticio”, afirmó.

Juan Lázaro, de 65 años de edad, nació en Uruguay y es nacionalizado ciudadano peruano. Se le describe como un periodista que fue reportero y camarógrafo en Lima, Perú, y en Estados Unidos. Estudio ciencias politicas en el New School for Social Research y Gonzaga University en el estado de Washington y fue contratado como profesor adjunto el Baruch College para el año académico 2008-2009.

Allí, impartió durante un semestre un curso de política en América Latina y el Caribe. El director de Baruch contó a un rotativo local que no se le renovó el contrato porque el curso de Lázaro era “subestándar”.

Unos estudiantes de Lázaro se quejaron de las opiniones fuertemente anti-Americanas de su profesor.
El abogado de Lázaro, Robert Krakow, mantuvo que su cliente es inocente y que los datos en los documentos de la corte “no tienen valor”.
annie.correal@eldiariony.com

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