julio 04, 2010

KGB Bar NY

La República
Dom, 04/07/2010
Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

A propósito de los espías ruso-peruanos en Manhattan.

TRUJILLO.- Uno de los bares más entretenidamente decorados en los que he estado en mi vida –y he estado en varios, en varias partes, aunque no en los suficientes– es el KGB Bar de Manhattan, el cual recuerdo ahora a propósito del caso de espionaje que ha involucrado a la periodista peruana Vicky Peláez.

Queda en el East Village, cerca de la New York University (NYU), en un segundo piso al que se llega subiendo por una escalera larga y angosta que desemboca en una gran sala de paredes altas, pintadas de rojo intenso y decoradas con fotografías de Marx, Lenin y otros líderes históricos de la era soviética, portadas de Pravda –el diario oficial del Partido Comunista– y pósters con arengas al proletariado. Se pueden consumir varias marcas de cerveza rusa que es bastante buena.

El bar se fundó en 1993 y se ha convertido, desde entonces, en un lugar de intensa actividad literaria al que asisten escritores que leen sus obras, sin recibir un pago a cambio. Los domingos toca ficción, los lunes poesía. Pero los viernes –como en el que lo conocí– y los sábados la cosa es, básicamente, como corresponde en todo bar, beber y conversar.

La versión oficial es que el sitio servía antes de lugar de encuentro de ukranianos socialistas que vivían en Nueva York y que, para evitar la persecución de Mc Carthy, nunca colgaron en las paredes fotos ni propaganda comunista. La versión no oficial es que en ese local funcionaba la sección de la KGB que se encargaba del espionaje soviético en Manhattan.

La cosa es que conocí el bar en una noche fría de noviembre pasado a donde llegamos Cecilia y yo para encontrarnos con los escritores peruanos José Gabriel Chueca y Juan Manuel Robles –estudiantes de narrativa en la NYU– y a quienes –lo siento, muchachos– espero no estar metiendo en problemas con el FBI por esta revelación.

A favor de ellos diré que lo último de lo que se habló en nuestra divertida mesa, en la que había otros latinoamericanos, fue de socialismo. Y que Benny y Juan Manuel estaban, dentro de su fascinación de empezar a vivir en Nueva York, más interesados en cómo hacer para que la beca les alcance en una ciudad tan cara como Manhattan.

Aunque yo estuve más concentrado en los amigos y en la cerveza, puedo asegurar que Vicky Peláez no administraba el KGB Bar ni la vi atendiendo la barra. Tampoco al ‘ruso-uruguayo’.

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