julio 12, 2010

Caso de espías sacudió a NY

El Diario/La Prensa
Por Annie Correal/EDLP
12 de julio de 2010

Nueva York — Hace dos semanas, la vida de diez personas que vivían tranquilamente en los suburbios cambió para siempre cuando las autoridades llegaron a arrestarlas en la noche. Entre ellos estaba Vicky Peláez, periodista para este diario, y su marido conocido como Juan Lázaro.

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) arrestó a la pareja frente a su casa en Yonkers, NY, la noche del 27 de junio. Al otro día, la fiscalía federal los acusó de trabajar como agentes no registrados para el gobierno ruso y lavado de dinero. Los documentos de la corte detallaron las pruebas de su participación en operaciones de espionaje que comenzaron en los años 90. Incluían conversaciones entre Peláez y su marido en la que ella le afirma que entregaría documentos con tinta invisible a un oficial ruso, y videos de reuniones entre los acusados y un oficial ruso en un parque en un país suramericano, en que ellos reciben paquetes de dinero.

El 1 de julio, la fiscalía federal anunció que el hombre conocido como Lázaro había admitido, en declaraciones a las autoridades tras su arresto, que vivió bajo una identidad falsa en Estados Unidos, así como defendió su lealtad a Rusia. Su familia negó la veracidad de esas declaraciones, insistiendo que él las había hecho bajo presión.

Ese mismo día, un juez decidió ofrecer a Peláez libertad bajo fianza y arresto domiciliario, porque determinó que ella no presentaba el mismo riesgo de escapar que los demás presuntos agentes, ya que ella no fue entrenada como espía ni vivió bajo una identidad falsa. Sin embargo, Peláez nunca fue dejada en libertad. El 7 de julio, la fiscalía federal anunció que apelaría la fianza y un juez federal firmó su solicitud para aplazar su libertad condicional.

Mientras, detrás de bastidores, el gobierno estadounidense estaba negociando un intercambio de espías con el gobierno de Rusia, para evitar una serie de juicios que inevitablemente afectarían el tono de relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Durante la semana de encarcelación, oficiales rusos visitaron a los diez acusados en Nueva York, Virginia y Massachusetts, para hablarles sobre la vida que les esperaría en Rusia. (Una persona más fue detenida en Chipre pero escapó luego de pagar una fianza).

El jueves 8 de julio, todos los presuntos agentes fueron trasladados a Nueva York. En una audiencia frente un juez federal, todos se declararon culpables de los cargos. Uno por uno, cada agente reveló su verdadero nombre, su cumpleaños y donde había estudiado.

Además, describieron los actos específicos que comprobaban su culpabilidad. Varios admitieron que se reunieron con oficiales rusos en Nueva York. Uno afirmó que compró un computador específicamente para comunicarse con oficiales rusos. Peláez contó que por indicación de su marido, ella trajo a EE.UU. un paquete de dinero de un oficial, y también entregó documentos escritos con tinta invisible a un oficial ruso.

Los acusados se presentaron en la corte vestidos en uniformes de la cárcel color café y azul, aunque algunos llevaban ropa de calle. Durante la audiencia, algunos sonreían. Sin embargo, miembros de la familia de Peláez bajaron la cabeza al escuchar al hombre que conocían como Juan Lázaro anunciar que su verdadero nombre era Mikhail Anatonolojevich Vasenkov. A él, como a Peláez, se le aguaron los ojos cuando tuvieron que despedirse de su familia a la distancia después de la audiencia.

Al declararse culpables, la pareja cedió su casa, sus autos y otras pertenencias al gobierno, además de perder otros beneficios que disfrutaban en este país. Peláez fue despojada de su ciudadanía estadounidense y a los dos se les prohibió regresar a EE.UU. A cambio, se desecharon los cargos de lavado de dinero, que conllevan una sentencia máxima de 20 años de cárcel.

El abogado de Peláez, John Rodríguez, indicó que el gobierno ruso le prometió a su cliente 2.000 dólares mensuales de por vida, una vivienda pagada en Rusia, el derecho de viajar a cualquier país menos a EE.UU., y visas para sus dos hijos. Sin embargo, Péláez indicó a reporteros que no se quedaría en Rusia sino que se radicaría en Perú o en Brasil. Sus hijos se quedarían en EE.UU.

Peláez, su marido y los ocho agentes de los suburbios fueron montados en un avión que salió del aeropuerto LaGuardia el pasado jueves, y fueron intercambiados por cuatro personas condenadas de espionaje en Rusia. El intercambio se llevó a cabo en Viena.

anniecorreal@eldiariony.com

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