julio 22, 2010

CONTACTO EN MOSCÚ

Publicado en la revista Somos de El Comercio

03 de julio de 2010

Espionaje. Acusaciones, confesiones y más de una incongruencia en el caso de la presunta espía peruana y la red de agentes desmantelada por el FBI

El domingo 27 de junio, la Oficina Federal de Investigaciones –FBI, por sus siglas en inglés- coronó uno de sus más grandes y recientes operativos de seguridad con la captura en simultáneo de 10 personas ubicadas entre Virginia, Nueva york y Nueva Jersey. Entre ellas, la reportera y columnista Vicky Peláez Ocampo y su esposo, el sujeto hasta entonces conocido como Juan Lázaro. En el vértigo de las acusaciones, varios hechos se fueron revelando: la inconsistencia de pruebas contra la peruana, la manifestación realizada por Lázaro al momento de su captura, confesando la conspiración a favor de intereses rusos y comprometiendo a su esposa en el delito de lavado de activos. Recién el jueves, un juez de Nueva York dictaminó para Peláez una fianza de un cuarto de millón de dólares y el inicio de un proceso que tiene para largo.

“Señor le duele?”. La frase se le atribuye erróneamente a Mónica Chang, cuando en realidad la pericia periodística para interrogar al atropellado en medio de un accidente de tránsito le corresponde por derecho propio a Vicky Peláez Ocampo. Pionera en el protagonismo sensacionalista del periodismo televisivo, su estilo es hoy moneda corriente en todos los canales, pero en los albores de los democráticos ochentas, respondía al sello impuesto por Ricardo Muller, director de 90 segundos, a su vez discípulo de otro genio de los titulares de tabloide, el desaparecido Guillermo Thorndike .

Los ambientales con micrófono abierto o las narraciones jadeantes desde el lugar de los hechos ciertamente no fueron su invención, pero le valieron la celebridad en los programas cómicos de la época y una inmortal parodia de Analí Cabrera. Si bien el verbo y el ingenio no eran sus mejores aliados, un repentino secuestro a cargo del MRTA y una hollywoodence en exclusiva para las pantallas del canal 2 fueron justo reconocimiento para bandearse en la prensa local, hasta que la intensidad de la guerra interna la llevó a emigrar a los Estados Unidos junto a Juan lázaro, su esposo, el supuesto ciudadano uruguayo naturalizado peruano.

Prensa arisca

Luchadora social, al menos de boca para afuera, Peláez decidió establecerse en el medio del monstruo imperialista, la ciudad de Nueva York. Aunque ejerció en distintas labores antes de retornar al periodismo, logró hacerse de un nombre en la comunidad hispana a través de una virulenta columna publicada en El Diario/La Prensa, en la que enfilaba contra recurrentes tópicos de la crisis yanqui: los pleitos con Irán, el bloqueo a Cuba, el golpe de estado en Honduras. Muchos de sus defensores han creído ver en estas denuncias la verdadera razón por la que el FBI la acusa de espionaje y tráfico ilegal de dinero.

Sin embargo, fuentes policiales consultadas en Nueva York señalan que si bien las columnas de la reportera cusqueña pueden causar cierta controversia entre las comunidades latinas, estas básicamente se sostienen en análisis reciclados de otras fuentes y difícilmente resisten un serio planteamiento intelectual o académico. No sería el primer lugar común en el que incurre. Duante sus 25 años de permanencia en los Estados Unidos, Peláez ha sido promotora de eventos culturales que reiteran los estereotipos de la cultura andina, como el Inti Raymi, o los homenajes a escritores de trazo indígena como José María Arguedas y Manuel Scorza.

Si bien salir a defender el régimen totalitario de Cuba y oponerse a una invasión militar en Panamá constituyen pronunciamientos disidentes en el ágora estadounidense, no necesariamente comprometen el derrotero político de un agente al servicio de la Federación Rusa. A la fecha se sabe que Peláez ha librado la acusación por conspiración, pues a razón del juez Richard Ellis, del tribunal de Nueva York, la peruana “no parece ser una agente profesional, tiene una identidad verdadera y no tiene intención de abandonar el país”, por lo que le impuso una fianza de 250 mil dólares y el uso obligatorio de un brazalete electrónico que permita confirmar su ubicación.

Con ello la sombra de los 4 años de prisión por el delito de espionaje se difuminan. Sin embargo queda pendiente el cargo de lavados de activos, con una pena de 20 años en la sombra, situación en la que halla comprometida gravemente., después que se revelara que en su primera manifestación, la persona identificada por décadas como Juan Lázaro, dijera que ese no era su verdadero nombre, y que tampoco era uruguayo. Según sostiene, su esposa, Vicky Peláez , en más de una ocasión se encargó, a sabiendas, de traer dinero proveniente de países identificados apenas como “sudamericano”.

Secreto a voces

Lázaro, según estas fuentes, tras la redada del domingo 27 de junio, en la que fueron detenidas diez personas en Virginia, Nueva York y Nueva Jersey, habría confesado su condición de agente, como si acaso la Guerra Fría mantuviera plena vigencia. En comparación con los otros acusados que se manejan entre la solvencia económica y sofisticados sistemas de comunicación, la pareja de origen peruano habría tenido más bien un desempeño bastante prosaico. Según el FBI, en los años 2000 y 2002 Vicky Peláez habría movilizado dinero procedente de Sudamérica.

Aún no queda clara la relación de ambos con la rusa Anna Chapman, una belleza de córneas verdes y 28 años que se presentaba como una ejecutiva divorciada, abocada al desarrollo de buscadores de internet y negocios de corretaje a través de la web. Con un aparente pasado en firmas inglesas, Chapman sería, según la investigación del FBI, una agente encubierta, que en diversas ocasiones se habría reunido con agentes rusos. Ella, en lugar de andar recogiendo dinero en sobres para luego esconderlo en sus maletas, habría hecho uso de sofisticadas y privadas conexiones de Internet para pasar información a funcionarios rusos acreditados en la misión diplomática de la ONU, en librerías privadas y hasta en unidades móviles, como una sospechosa camioneta van detectada en Manhattan.

El seguimiento a Peláez, por el contrario, se sostiene en lso micrófonos sembrados en su domicilio de Yonkers, en los suburbios de Manhattan, la interpretación de comunicaciones electrónicas y hasta la inspección de su correo electrónico. En Lima, sus allegados y familiares han salido a reclamar la inocencia de la reportera, y los vacíos que ciertamente se perciben en la investigación. El pago de la fianza, si bien la libra de la sombra, no procede en el caso de Juan Lázaro, que a la luz de los documentos presentados por la fiscalía y sustentados por el FBI, sería nada menos que un espía confeso.

Se dice que la vigilancia al matrimonio data de hace por lo menos 10 años. Sin embargo, este cerco habría permitido confirmar el hecho flagrante de que Peláez no cuenta con acceso a los niveles más encumbrados de las élites militares, políticas y empresariales de la nación del norte. Su caso ha movilizado la susceptibilidad hispana que el pasado jueves intentó plantear protestas a la puerta del juzgado neoyorquino. (WAA)

1 comentario:

  1. Hola:
    Mi nombre es Heidi Grossmann, soy periodista y trabajo en el programa Día D, de ATV, canal 9 de Lima, Perú. El programa se emite los domingos a las 10 de la noche.
    No sé si la persona que escribe este blog es familiar o amigo de Vicky Peláez, pero quería por favor pedirle que le haga llegar una consulta nuestra.
    Nosotros estamos por viaja r a Moscú en estos días para hacer un reportaje sobre otro caso, pero nos gustaría mucho poder contactar con Vicky y hacerle una entrevista específicamente concentrándonos en el lado humano del caso en que se vio envuelta. Nos gustaría mucho conocer cómo está viviendo ahora, y que nos cuente a los peruanos cómo se encuentra.
    Por favor le agradecería que nos ponga en contacto con ella. Mi dirección de correo es heidig@atv.com.pe (del canal) y yonodigomentiras@gmail.com (mi correo personal). Mis teléfonos son: 00 51 1 99918 5328, 00 51 1 211 8800 anexo Día D.
    Muchísimas gracias de antemano y de más está decirles que sería un reportaje con absoluta independencia y total respeto hacia Vicky y su familia.
    Saludos,

    Heidi Grossmann

    ResponderEliminar