julio 13, 2010

Agentes de los nuevos zares

09 de julio de 2010
La Primera
Por César Lévano


Durante días he discutido con periodistas de izquierda sobre el caso de Vicky Peláez y sus coacusados en el caso de espionaje para Rusia. Me alegaban que era una víctima del marcarthismo debido a sus opiniones radicales. Desde el primer momento sostuve que había que esgrimir dudas sobre las acusaciones, pero no asumir una defensa apresurada. Los hechos me han dado la razón.

Muchos años de vida e historia me han enseñado a desconfiar de los ultraizquierdistas. No olvidemos que el gran precursor de esa especie es Eudocio Ravines, quien, en los años 30 del siglo XX, lanzó la consigna de crear los soviets (los consejos de obreros, campesinos y soldados) en el Perú. Cuando vio que no era tan fácil, se hizo agente de la reacción.

Ayer se acabó la discusión. Vicky Peláez reconoce su condición de agente de Rusia –la Rusia convertida en meca capitalista y gobernada por una mafia de ladrones, que en Occidente exhiben lujos supermillonarios, y que suelen asesinar opositores–.

Había quienes aducían la simpatía de la periodista por Fidel Castro y Hugo Chávez. Exhibían, además, el hecho declarado por sus colegas de El Diario / La Prensa de que en su escritorio tenía un gran retrato de Abimael Guzmán.

Bien podía ser todo eso una coartada. La peruana había logrado alta acogida en La Habana.

Vicky Peláez ha estado casada durante veinte años con un uruguayo falso. Cualquiera se podía percatar de que éste no hablaba como uruguacho. Además, ella sabía que su compañero recibía dineros que no ganaba con el trabajo.

Varios enigmas se han despejado en las últimas horas. El “
uruguayo” Juan Lázaro es en realidad el ciudadano ruso Mijáil Anatonolievich Vesenkov, quien ejerce desde hace mucho la profesión de espía. Reclutado en la época soviética, resulta hoy un tránsfuga al servicio de los nuevos zares de Rusia.

Servicios importantes prestaban sin duda los espías canjeados. No por gusto Vicky Peláez recibe vivienda gratis en Rusia, visados y pasajes para sus hijos y una pensión vitalicia de dos mil dólares mensuales para ella. Esto es, en la Rusia de hoy, un sueldazo.

Hay un libro revelador sobre el régimen que Vicky Peláez y su cónyuge servían: el Diario ruso de Anna Politkóvskaya, la periodista rusa encontrada muerta en el ascensor de su casa en Moscú. Era implacable en su crítica al gobierno de Vladímir Putin.

El libro, escrito día tras día en prosa de cristal y acero, desvela fraudes electorales, compra de tránsfugas, masacres para evitar testigos. Sobre la guerra de Chechenia, que tantas muertes ha acarreado, escribió la autora: “La guerra no se habría iniciado si el teniente coronel Putin, poco conocido de la opinión pública, no hubiese necesitado aumentar sus cuotas de popularidad para las elecciones presidenciales”

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