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julio 04, 2010

El futuro de Haití después de la tragedia

Extraído de Cuba Debate
9 Febrero 2010 2
Publicado originalmente en El Diario de NY
Por Vicky Peláez
Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso las horas y tiempo pasan
(William Shakespeare)
La mayoría de las cámaras de televisión ya se retiraron de Haití y la información sobre este sufrido país se hace cada vez más escasa, pues su desgracia ya no constituye noticia para estos medios cada vez más deshumanizados por la globalización informativa. Pero el sufrimiento del pueblo, al igual como su indomable coraje sigue latente, así como lo demostraron los estudiantes y profesores de la escuela de música Sainte Trinité cuando llevaron su arte a un campamento de refugiados, superando el dolor por la perdida de sus compañeros y la destrucción de su local, durante el terremoto,

Decía Richard Wagner que “donde termina la palabra comienza la música”. Unos 250 mil muertos, 300 mil heridos, un millón de desamparados y la capital en ruinas hacen perder el sentido de las palabras más sinceras, o las enmudecen mientras la música arrulla el espíritu roto, despierta la esperanza de un nuevo amanecer y da valor a la gente para sobrevivir. Por eso los tambores y los cantos se escuchan cada noche en los campamentos de refugiados para tener el valor de seguir adelante afrontando la incertidumbre del futuro marcado por calamidades pasadas.

Y no es para menos. La temporada seca ya acaba y a mediados de marzo vienen las lluvias y los huracanes que pueden destruir las pocas pertenencias de los que se quedaron sin techo, y aumentaría el peligro de epidemias. Las promesas del gobierno de trasladar a los desamparados al interior del país nadie las toma en serio, saben que no hay recursos ni capacidad para organizar la ayuda que está llegando de todas partes y que frecuentemente se pierden sin dejar rastro. Los países más poderosos pertenecientes al G-7 prometen perdonar la deuda, pero no dicen cuál de ellas. Un 40 por ciento de la deuda está en propiedad del Banco Mundial, el otro 40 % es con el Banco Interamericano de Desarrollo, y un 10 % es con el Fondo Monetario Internacional. Precisamente fueron ellos los que impusieron la “terapia de choque” y el modelo neoliberal a cambio de préstamos que convirtieron a Haití en un país mendigo.

Primero, los colonizadores franceses destruyeron los bosques de Haití para plantar caña de azúcar. Después, los curas católicos percibieron que la veneración a la naturaleza, en especial a los árboles, por la mayoría del pueblo, que pertenecía a la religión Vudú, era la adoración del diablo. Los árboles para los misioneros eran la “casa del diablo”, y en su cruzada contra el Vudú hacían juntar a las comunidades y en su presencia, con el apoyo del ejército talaban los árboles más venerados y grandes como el roble, ceiba, pendantra y otros que posteriormente se convertían en mercadería para exportación.

Actualmente este país en bancarrota y devastado por el terremoto no necesita a los soldados norteamericanos o los de la ONU, ni promesas de préstamos sino una ayuda concreta como llevarán los países del ALBA dando apoyo financiero a través del Fondo Humanitario a las áreas de salud, educación, agricultura, transporte, energía, construcción y reforestación. Su consigna es no permitir a los globalizadores retornar a Haití al pasado sino enrumbarlo al futuro digno y soberano.

Las oscuras razones de la ocupación de Haití

Extraído de Cuba debate
26 Enero 2010
Publicado originalmente en El Diario/La Prensa de NY
Por Vicky Pelaez

La grandeza del pueblo haitiano se ha hecho latente en estos días de terror y muerte causados por el terremoto que sacudió la capital del país. Para superar la desgracia, la población supo organizarse barrio por barrio, campamento por campamento creando ollas comunes para poder sobrevivir, y comités cívicos para protegerse tanto de los delincuentes que escaparon de las cárceles como de su propia policía, entrenada para reprimir a los más pobres.

Mientras el presidente René Preval entrega sumisamente el poder a los militares norteamericanos, y el alcalde de Puerto Príncipe, cuya zona metropolitana está destruida en 70 por ciento, expide decretos que prohíben reconstruir ‘chabolas’ (cabañas rústicas). En vez, deberían solucionar la distribución de la ayuda, el entierro de más de 200,000 muertos, el auxilio de 300,000 heridos y la creación de refugios para más de un millón y medio de damnificados. Pero los haitianos con su espíritu de lucha indomable y de solidaridad se ingenian para salir adelante de esta tragedia cuyo origen provoca cada día más polémica.

Muchos se preguntan por qué Estados Unidos manda 20,000 soldados y un sinnúmero de contratistas, en vez de médicos, rescatadores, especialistas en reconstrucción y epidemiólogos, como lo hizo Cuba, para prevenir epidemias. Dicen en Haití que estos militares –armados hasta los dientes– parecen “centuriones en país de esclavos”. De acuerdo a la experta haitiana-americana Marguerite Laurent, “las tropas norteamericanas estaban preparadas para intervenir en Haití con anticipación. Un día antes del terremoto, el Comando Sur ensayaba medidas para ayudar a Haití en caso de desastre. La misma noche del terremoto el segundo en el mando en el Comando Sur, el general P.K. (Ken) Keen ya estaba en la embajada de los EE.UU. en Haití, que no sufrió ningún daño por el terremoto”. Actualmente el general Keen está a cargo de la fuerza de expedición norteamericana en Haití a quien Preval dio autoridad ilimitada.

Lo extraño es que Estados Unidos tiene en el país más pobre del hemisferio occidental, la más grande y mejor fortificada embajada del mundo, después de China, Irak, Irán y Alemania. Y no es tanto por la cercanía a Cuba, sino por los increíbles recursos naturales de este pequeño país. Desde 1905, cuando se encontró petróleo en Haití en Central Plateau y La Gonave, se ha sabido ocultar hábilmente la existencia de grandes reservorios de oro negro, y probablemente también de gas, en este país. A la vez, Haití tiene condiciones ideales para la construcción de terminales petroleras debido a la existencia de puertos de agua profunda. El Gran patrón se supo guardar todo esto ayudando permanentemente a mantener el caos y espantar a otros rivales.

Además, Haití posee uno de los yacimientos más grandes de oro en el mundo. Es abundante en uranio, 235 y 238 y tiene también yacimientos de minerales estratégicos raros como circonio, usado en reactores nucleares, e iridio, imprescindible para la construcción de naves espaciales. Ni qué decir del cobre y diamantes. Los centuriones están allá para asegurarse la riqueza del país mendigo. Pero no cuentan con el espíritu de los haitianos.

julio 03, 2010

¿Bush en Haití?, una bofetada a la tragedia

Extraído de aquí
Por Vicky Peláez
20 de enero de 2010
Publicado originalmente en El Diario/La Prensa de NY

Donde quiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae
(Juan José Arreola)
Recurrir a Bill Clinton y a George W. Bush para que ayuden en la tragedia de Haití, es ignorar el daño que ocasionaron ambos líderes a este país sufrido y constituye uno de los actos más cínicos del presidente Barack Obama. Fue precisamente en 1991 cuando el gobierno de George H. Bush (padre) apoyó el golpe de Estado contra el legítimo presidente populista Jean – Bertrand Arístide por sus intentos de retornarle a su pueblo la dignidad, a través de suaves reformas socioeconómicas que fueron percibidas por Washington como una sublevación contra el neoliberalismo globalizado.

Sin embargo, la resistencia de los haitianos obligó al gobierno norteamericano, ya bajo la presidencia de Bill Clinton, a mandar a sus marines para reinstalar a Arístide en el poder en 1994. Pero para castigar su desobediencia al plan económico neoliberal impuesto por los EEUU, que los haitianos denominaban “plan de la muerte”, Clinton declaró el embargo económico para estrangular al país, donde más del 80 por ciento de la población vivía en la pobreza, de los cuales 54 por ciento sobrevivían con menos de un dólar al día.

George W. Bush (hijo), fue inclusive más lejos cuando Arístide, que fue reelegido, trató en el 2004 de crear los comités populares y formar un sistema de Defensa Civil para prevenir las tragedias humanas durante los desastres nacionales como el terremoto que ha devastado al país, la semana pasada. Esta iniciativa fue percibida por los halcones de Bush como un ‘intento comunista que peligraría los intereses nacionales norteamericanas’. En seguida reactivaron los escuadrones de la muerte que desestabilizaron al país y dieron un pretexto a los Estados Unidos para detener y deportar a Arístide, con el cuento que había renunciado. Tras de esto impusieron presidentes lacayos y lograron que las Naciones Unidas manden soldados para ocupar y administrar el país de acuerdo a los intereses de las trasnacionales.

Las grandes potencias occidentales nunca perdonaron que Haití haya sido el primer país negro independiente, ni que haya expulsando a los franceses en 1804, a pesar de la ayuda que les dio Thomas Jefferson, quien temía que “la rebelión de 500,000 esclavos en Haití daría estímulo a los esclavos en Norteamérica”. En venganza de su liberación, los franceses obligaron a Haití a pagar una indemnización que en el dinero de hoy sería 28 mil millones de dólares, lo que llevó a este país, entonces el más rico de América Latina, al desastre. Al irse los franceses, los estadounidenses se “interesaron” por la riqueza del país: el azúcar. En 1915 lo invadieron y permanecieron allí hasta 1934, tiempo en que se produjo la deforestación y el desastre medioambiental. En ese tiempo el secretario naval Franklin D. Roosevelt, el que sería en el futuro presidente de los Estados Unidos, escribió la constitución de Haití.

En realidad cada presidente norteamericano hizo algo para arruinar más a este país. Ronald Reagan favoreció a los criadores de chanchos estadounidenses y ordenó a Haití a destruir sus 400,000 cerdos, bajo el pretexto de la gripe porcina cuya presencia nunca fue comprobada. Bill Clinton hizo destruir la producción de arroz y ahora Barack Obama les promete 100 millones de dólares de los 500 millones embargados por Clinton, ¡como ayuda desinteresada! Es más ha enviado 10,000 marines armados en vez de rescatistas y médicos. El Fondo Monetario Internacional les promete 100 millones de dólares de préstamo con intereses.

Hoy Obama se burla de Haití y del mundo, encargándole la tarea de ayuda a GeorGe W. Bush, el presidente que miraba desde un avión, tras el huracán Katrina, cómo morían los afroamericanos en Nueva Orleans.