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julio 13, 2010

Espías rusos en Estados Unidos



Extraído de Atenea Digital


Por Bernabé Gutiérrez

07 de julio de 2010

¿Qué implicaciones tiene la reciente acusación de espionaje ruso en los EEUU? ¿Cuál era su grado de infiltración? Estas y otros preguntas son las que muchos expertos en inteligencia se están haciendo hoy día. Mientras que los supuestos espías han sido ridiculizados en la mayoría de medios de comunicación como un anacronismo, la realidad es que diversos oficiales de inteligencia están llamando la atención sobre lo que para ellos es un "asunto más serio de lo que parece".


Hace apenas una semana que 11 personas eran acusadas por el FBI de trabajar para la agencia de inteligencia rusa en el exterior (SVR). Algunos acusados llevarían ejerciendo su trabajo de operaciones de infiltración en suelo norteamericano desde hace 10 años. Entre lo más llamativo del caso está el no interés aparente de estos espías por la obtención de "material clasificado" o "reservado". Todo lo contrario, la información que manejaban estaba en abierto y podría haberse obtenido vía periódicos y otros medios de información, comentan las autoridades. Por estas razones, el FBI ha dejado al margen la acusación de espionaje y se ha concentrado en la acusación de "colaboración ilegal" con Rusia. Acusaciones que la mayoría de sospechosos piensa recurrir, excepto uno de ellos que en estos momentos se encuentra en paradero desconocido, posiblemente en Chipre.


Con el fin de ofrecer algunas respuestas a este complejo caso, pasamos a continuación a responder algunas preguntas.


¿Qué es la SVR? ¿Cuál era el objetivo?
Es la agencia de inteligencia de Rusia en el exterior. Su cuartel general es conocido como el "Centro de Moscú", a pesar de estar situada a las fueras de la capital. Curiosamente este año celebra su 90 cumpleaños, ya que se la vincula directamente al departamento exterior de la Unión Soviética (1920). Hasta 1991 fue conocida como KGB y se calcula que cuenta con unos 13.000 funcionarios, que trabajan en paralelo y coordinación con la agencia de inteligencia de defensa rusa (GRU).


Sus métodos van desde la utilización de alta tecnología, como el uso de redes privadas wifi para el intercambio de datos, a la "vieja escuela", dinero enterrado en parques y contraseñas en los encuentros. El lema que inspira el SVR a sus "oficiales": actuar con naturalidad.


Según documentos presentados en los tribunales, existe un mensaje descifrado que el SVR envió a dos de los acusados en 2009 y que establece la misión a cumplir:
Ustedes fueron enviados a EEUU para un servicio de largo plazo. Su educación, cuentas bancarias, automóviles, casas, etc, sirven para cumplir con sus misiones principales; esto es, buscar y desarrollar las relaciones en los círculos políticos norteamericanos y enviar informes de inteligencia al Centro.


¿Quiénes son los sospechosos?
. Vicky Pelaez, periodista en lengua hispana, y Juan Lazaro (Nueva York). En las últimas horas se ha indicado que Vicky podría no tener ninguna vinculación directa con el caso.


. Anna Chapman, Richard y Cynthia Murphy (Nueva York). Se cree que intentaban acercarse a personajes de influencia en el ámbito político y financiero. Según el FBI, Richard Murphy estaba a punto de tomar un vuelo para huir, posiblemente a Costa Rica.


. Donald Howard Heathfield, Tracey Lee Ann Foley (Boston).


. Michael Zottoli y Patricia Mills (sus verdaderos nombres son Mikhail Kutzik y Natalia Pereverzeva), vivían en Alexandria (Virginia), al igual que Mikhail Semenko. Poseían pasaportes falsos.


. Christopher Metsos, desaparecido en Chipre y al parecer el jefe de toda la operación.


Según David Ignatius, periodista en materia de seguridad nacional del "The Washington Post" y uno de los mejor conectados en Washington DC, "uno de los sospechosos puede estar relacionado con Robert Hanssen, el conocido agente del FBI que fue arrestado en el 2001 por espiar a favor de Rusia".


¿Por qué sorprende el caso?
La mayoría de expertos destacan la complejidad de la operación, tanto que parece surrealista: matrimonio que vive en un barrio residencial, mantiene una identidad secreta a sus hijos, familiares y vecinos, a la vez que trabaja "normalmente" en finanzas, inmobiliarios o turismo.


Comunicaciones a través de alta tecnología y mensajes secretos
Los sospechosos se comunicaban con sus partners rusos a través de redes inalámbricas privadas. Por ejemplo, Anna Chapman está acusada de operar desde una cafetería en el centro de Manhattan, utilizando un ordenador portátil para transferir datos a un coche oficial del gobierno ruso que en esos momentos pasaba por allí. Al mismo tiempo, el FBI "contraatacaba" monitorizando las redes inalámbricas que supuestamente utilizaba Chapman. Los documentos presentados en los tribunales recogen varios casos similares.


¿Qué tipo de información recopilaban? ¿Cuál era su objetivo?
Según el FBI los acusados son "ilegales" -nomenclatura en la jerga del espionaje para señalar a aquellos agentes secretos sin inmunidad diplomática. En el mundo del espionaje, estas figuras no tienen el mismo papel que el clásico "agente doble", tal y como el de Aldrich Ames, ciudadano estadounidense que actuó para Rusia infiltrándose en la CIA. De hecho, según los documentos del FBI, el SVR señalaba a los acusados que "sus historias y biografías" todavía eran insuficientes para obtener trabajos en la administración estadounidense.


En este sentido, parece ser que la CIA era uno de los principales objetivos. Al parecer el SVR utilizaba a Cynthia Murphy para monitorizar a futuros estudiantes de universidades que deseaban entrar la CIA, con el fin de "registrarlos" y utilizarlos en el futuro a través de sobornos y chantajes.
Bruce Riedel, ex oficial de inteligencia de la CIA, ha comentado que este tipo de actuaciones no tienen como objetivo principal la recogida de información y datos, sino la de entrar en contacto con "topos" en instituciones clave, tales como la CIA, el Departamento de Estado, la DIA, etc.


Riedel recuerda que el KGB era y es especialista en este tipo de operaciones y que durante la guerra fría consiguió penetrar con éxito en el FBI, la CIA, el Mossad o el MI5. Sin embargo, señala que entre las principales debilidades de la operación estaba el hecho de que la mayoría de los sospechosos tuvieran relación o conocimiento de los otros, lo que es un riesgo evidente.


Según el FBI los acusados tenían habilidades tales como esteganografía: método de ocultación de datos en una imagen a través de un software especializado, para posteriormente publicar dicha información en la web, de forma abierta, y ser recopilado por el Centro de Moscú sin levantar sospechas aparentes. Además, la disciplina de estos agentes secretos es más que evidente. Por ejemplo, Lazaro ha confesado pertenecer al SVR pero se ha negado a ofrecer su verdadera identidad y "aunque amo a mi hijo, mi lealtad es más grande hacia el SVR", ha dicho.


Finalmente, destaca por encima de todo el énfasis que se concede a la inteligencia humana. En este sentido, los expertos han recordado que pese a la tecnología, el aspecto humano sigue siendo primordial. Por ejemplo, Israel descubrió en el 2007 una planta nuclear siria diseñada para producir armamento con plutonio, gracias a unas fotos tomadas por un doble agente.


¿Cuál es el balance de los expertos?
Los profesionales de la inteligencia argumentan que los medios de comunicación se han centrado en el estilo amateur de los agentes; sin embargo, los expertos señalan que eso es una mera distracción. "Ha sido un intento muy serio para infiltrarse en los Estados Unidos. Los acusados presuntamente utilizaron técnicas que han ayudado a Moscú a apoderarse de información privilegiada y si bien se ha cogido a 11 personas, todavía no sabemos cuántas más existen y si esto es un práctica común", apunta un funcionario de inteligencia estadounidense.


Para gran parte de la inteligencia rusa, el caso está siendo una humillación. Según Konstantin Preobrazhensky, ex miembro de la KGB y que ahora vive en los EEUU, "hay una obvia contradicción entre los modestos objetivos aparentes y la cantidad de recursos y dinero que ha invertido el SVR para esta operación. quizás, el objetivo final fuera el lavado de dinero, entre otros, ya que el SVR es una organización de negocios en Rusia".


Otros expertos ponen el énfasis en una cultura arraigada en la cúpula rusa, compuesta por antiguos espías: escasa confianza a la información en código abierto, tal y como son los periódicos y medios de comunicación. El primer ministro Putin sería el paradigma de esta tendencia.


Desde Washington se advierte a la inteligencia europea que este caso no es un asunto norteamericano exclusivamente, ya que "el SVR está penetrando las agencias y gobiernos europeos", señala un ex oficial de inteligencia del Pentágono. En este sentido se recuerda el caso de Herman Simm, un funcionario de Estonia que pasó información a un "ilegal" ruso y que es conocido como el "mayor caso de espías en la historia de la OTAN". Se recuerda igualmente el caso de Alexander Litvinenko, teniente coronel del antiguo KGB que falleció en 2006 en Londres.


¿Puede afectar este caso a la relación entre EEUU y Rusia?
Como no puede ser de otra manera, la secretaria de Estado Hillary Clinton ha restado importancia a las especulaciones sobre un posible enfriamiento de relaciones con Rusia. "Estamos comprometidos a construir una relación nueva y positiva con Rusia. Estamos mirando hacia el futuro", ha señalado. Sin embargo, un oficial de inteligencia ha recordado la supuesta frase atribuida a Otto von Bismarck, "nunca crea nada en política hasta que haya sido negado". Rusia que al principio reaccionó negando cualquier vinculación, ha tenido que reconocer en los últimos días que "algunos de los sospechosos" eran ciudadanos rusos.


Entre las principales consecuencias políticas podría estar la presión del Senado sobre la Casa Blanca. Hay un grupo de senadores críticos con Obama por su aproximación "demasiado" optimista con Rusia. Este caso podría complicar los esfuerzos de Obama para persuadir al Senado en la aprobación del tratado de control de armamentos, que se ha negociado con el presidente ruso Medvedev. El senador republicano de mayor rango en el Comité de Inteligencia, Christopher S. Bond (Missouri), ha señalado que "se debe reexaminar nuestro punto de vista optimista sobre Rusia".Y recordó las palabras del ex presidente Reagan, "hay que tratar con ellos, pero ¿confiar sin verificar?".


En resumen, cabe señalar que el MI5 constantemente realiza quejas "formales" de que el número de oficiales de inteligencia rusos en Londres está en los mismos niveles de la guerra fría. Por lo tanto, la cuestión final parece ser la siguiente: ¿cuántos agentes más existen y en qué países?


Recopilación y acusaciones del Departamento de Justicia estadounidense, así como otra información relevante.

julio 07, 2010

Muchos espías, pocos secretos


Diario El País de España


Los 10 agentes rusos detenidos en EE UU adoptaron nombres falsos y enviaban informes a Moscú - Una de las infiltradas es hija de un ex miembro del KGB

YOLANDA MONGE - Washington 
04/07/2010

Ninguno de los detenidos ha sido acusado de espionaje y a pesar de ello se sigue hablando de "los espías que llegaron de Moscú" para infiltrase en la sociedad estadounidense y reportar a la madre patria. Su camaleonización con el país de las barras y estrellas fue tan lograda que ni sus mismos hijos, nacidos en la tierra que hoy -4 de julio- festeja su independencia, sabían del camuflaje de sus progenitores. Y si hubieran tenido que elegir entre la descendencia o la tierra, habrían optado por lo segundo.

"A pesar de admitir que quiere a su hijo, nunca hubiera violado su lealtad al servicio", ha informado uno de los fiscales que a finales de esta semana presentaba cargos contra el acusado Juan Lázaro, cuya verdadera identidad sigue siendo una incógnita. Lázaro es esposo de Vicky Peláez, periodista peruana que escribe en el diario en lengua española La Prensa de Nueva York y la única que ha reconocido vivir con su verdadero nombre.

La calidad del trabajo de los espías es ya otro asunto porque no parece que la seguridad nacional de Estados Unidos haya estado nunca amenazada. Hasta la fecha, el peor desastre de inteligencia en la historia del país ha sido protagonizado por uno de los suyos: el ex agente del FBI Robert Hanssen, detenido en 2001, quien espió desde su despacho oficial en Washington durante más de 20 años, primero para la URSS y, después, para la Rusia posterior a la caída del muro (escándalo llevado al cine por la película El espía, de 2007). Si Hanssen no fue condenado a muerte es porque se declaró culpable de todos los cargos: pasa -y pasará- el resto de sus días aislado 23 horas de 24 en una prisión de máxima seguridad en Colorado.

Los 10 hombres y mujeres que en la noche del pasado domingo eran detenidos por el FBI mientras cenaban o descansaban plácidamente en sus hogares -en Nueva York, Boston, Alexandria (Virginia) o Montclair (Nueva Jersey)- se enfrentan a cargos de lavado de dinero y de conspiración para actuar como agentes sin registrarse ante la justicia de Estados Unidos. O sea, olvidaron comunicar al departamento correspondiente que habían llegado para conocer los secretos mejor guardados del poder norteamericano.

Conociendo lo que a día de hoy se conoce, la vida de los agentes rusos se acerca más al papel de Jim Wormold que al de James Bond. Dicho de otra manera: parece que Graham Greene hubiera reescrito Nuestro hombre en La Habana y, en lugar de situar la acción en la Cuba de Fulgencio Batista y a su protagonista como un gris vendedor de aspiradoras engañando al servicio secreto británico, hubiera inventado a un grupo de rusos olvidados por el Kremlin en el imperio del capitalismo que pasa sus días acudiendo a barbacoas en el patio trasero de sus vecinos durante las noches de primavera mientras por la mañana escribe mensajes en tinta china invisible para Moscú que parecen importar poco o nada. De ninguno se sospechaba nada. "¿Espías, la señora Fowley una espía rusa?"; "¿los Murphy?"; "¿Donald, el que fue compañero en Harvard de Calderón [Felipe, actual presidente de México]?". Incredulidad y sorpresa. Esa fue la reacción más común a la detención de los 10 (otra persona, la número 11, logró salir de Estados Unidos antes de ser detenido; fue localizada en Chipre, cuando intentaba llegar a Hungría, y ahora vuelve a estar en paradero desconocido después de haber sido puesto en libertad bajo fianza y darse a la fuga). "¡¿Quién lo hubiera dicho?!". ¡Espías! Todo aquel que tiene un amigo ruso en Washington ha bromeado estos días con la pregunta: "Y a ti... ¿cuánto te paga el KGB?".

Pero cada día que pasa emergen nuevos detalles -todos aburridos y comunes al más común de los mortales- de la vida de 10 personas cuya existencia ha estado vigilada por el FBI desde mediados de los años noventa. Sus casas inyectadas con cables y micrófonos a través de los cuales su existencia era de todo menos privada. Pero de los 10 agentes a sueldo del SVR (antiguo KGB, que con tanto ahínco trató de limpiar y remozar el actual primer ministro y ex presidente ruso, Vladímir Putin, quien a su vez fue un espía en el pasado), una mujer sobresale sobre todos los demás. "Anna Chapman podría haber calentado sin duda la noche más frígida de la Guerra Fría", decía un titular de prensa.

La frase es de la sección de Style del diario The Washington Post -dirigida por dos mujeres, por cierto-, pero se ajusta a la media. "Desde Rusia con amor"; "Al rojo vivo [por aquello del pelo pelirrojo] y espía"; "La espía que nos amó"; "Rusa peligrosa"; "Debería tener una cita conmigo en castigo", esta última es la sentencia más leída y aportada por sus nuevos admiradores en la página de Facebook de Chapman -nombre también adoptado-, 28 años, dedicada al sector inmobiliario en Manhattan a través de la red y cuyo padre fue al parecer un antiguo miembro del KGB soviético.

Esta semana ya ha habido vistas para imputar cargos a todos los detenidos. Algunas han quedado aplazadas hasta dentro de 15 días. Sólo Vicky Peláez podrá salir en libertad vigilada si abona la fianza de 250.000 dólares que le ha sido impuesta. El resto permanecerá en la cárcel. La justicia estadounidense cree que el riesgo de fuga es muy alto. Y no porque puedan llegar hasta Chipre para ser detenidos y volver a escaparse, como el espía número 11. A cualquiera de los detenidos en Nueva York, por ejemplo, les valdría con caminar hasta cualquier sección consular rusa o hasta la misión de ese país en Naciones Unidas para adoptar su verdadera identidad y desaparecer para siempre. Pase lo que pase, se acabó el sueño americano al que parece se habían acostumbrado tan bien.

Como Nuestro hombre en La Habana, esta historia es una historia desmitificadora, casi desquiciada. Mensajes escritos en tinta invisible en la era de Google e intercambio de sobres con dinero en plena globalización financiera y el reino de los lobbys. Solo cabe esperar que nadie haya colado a Moscú el diseño de un microondas como el arma de destrucción masiva que no busca Irán.

La custodia de los hijos

Siete ciudadanos estadounidenses no saben lo que será de su futuro. Son los hijos pequeños y adolescentes de cuatro de las parejas que esta semana han sido detenidas como integrantes de una amplia red de espionaje ruso en EE UU. Los servicios sociales de ciudades como Nueva York o Boston tendrán la última palabra en caso de que no existan ni familiares ni amigos que puedan asumir su custodia, lo que parece lo más probable dado el grado de clandestinidad en el que vivían sus padres.

Hasta el arresto de sus padres, todos esos niños y jóvenes vivían una vida de lo más plácida y ajustada a la norma. Hace apenas diez días, una de las hijas de Richard Murphy -nombre falso de uno de los acusados de conspiración- vendía limonada a cinco centavos junto a dos amiguitas del barrio, como suelen hacer los pequeños en estas fechas de calor para recaudar unas monedas. El FBI ha tenido en cuenta la existencia de estos niños, ha asegurado una fuente oficial. "Todo estaba pensado y planificado".